Llegó el momento de seguir, después de unos merecidos días de descanso y de recuperación de la tremenda gripa, nos montamos nuevamente en Kotowa y salimos rumbo al sur.
Nuevamente con el corazón apachurrado por dejar a nuestros amigos Erico y Ale emprendimos el camino. Dejar Mendoza fue realmente complicado, conocimos tanta gente increíble y la pasamos tan bien que los primeros kilómetros fueron un tanto nostálgicos.
Nos esperaba un largo camino para llegar a Catriel en donde nos esperaba Francisco. Un gran amigo que conocí hace algunos años en Colombia. Mucha gente nos preguntaba qué que era lo que haríamos en Catriel si ahí no había nada que ver y nos desviaba un poco de la ruta, pero allá nos esperaba ya Francisco, un buen amigo que conocí hace algunos años en Colombia y ahora nos volveríamos a ver.
La carretera fue buena, muy recta y de desierto así que no tuvo mucha ciencia y mas bien estuvo aburrida. Llegamos a Catriel por la tarde. El paisaje nos recibió pozos de petroleo por todos lados.
Francisco "había olvidado" que al día siguiente era su cumpleaños, así que no hubo mas que celebrar con un delicioso chivito, cerveza, vino y un pastel maravilloso que prepró Meli su novia y la compañía de la familia y amigos no pudo ser mejor.
Nos quedamos dos noches allá, lo cual nos permitió dar el tour del petróleo con Fran, no conocíamos practicamente nada de esta importante actividad así que fue interesante saber todo aquello que escuchamos sobre el bendito oro negro. Resulta que aquí en Argentina esta un yacimiento gigante que se llama Vaca Muerta y es uno de los lugares mas importantes del mundo para obtener petróleo y gas aunque muy complicado para hacerlo por la profundidad que tiene.
Las visitas de este tipo nos pesan pues son cortitas y nos hubiera encantado quedarnos mas tiempo, sin embargo decidimos seguir para hacer la Ruta de los 7 Lagos, uno de los hitos de este viaje.
El lugar es un paraíso que las fotos no le hacen honor, en el camino conocímos a Gaby. Una mujer excepcional, no solo porque viajaba sola desde Río Gallegos (Sur de Argentina) sino porque mientras ella iba en la moto su esposo viajaba por otra ruta en el auto con sus niños para encontrarse en San Martín de los Andes. Compartimos la carretera, agua y un buen sandwich que Gaby nos dió pues esa vez no previmos y no traiamos nada de comer mas que una granolita.
En San Martín tuvimos que pasar un buen rato haciendo un cambio a la llanta trasera de Kotowa pues descubrimos una rajadura así que le pusimos cámara para que aguante unos kilómetros mas y pudieramos comparar la nueva llanta hasta Punta Arenas...(Nota publicitaria: buscamos patrocinadores para comparla).
San Martín es un pueblito hermoso, enclavado en las montañas y rodeado de bosques. Paseamos un poco antes de meternos ahora si en la ruta hacia Lago Traful donde haríamos camping junto al lago. El lugar no tiene comparación, es como una pintura de Bob Ross con árboles felices por todos lados.
Esa noche disfrutamos de una cena deliciosa, trucha a la parrilla con un buen vino. Lo mejor llegó en la noche que nos tiramos en la playa a ver las estrellas, el cielo estaba brillante de tantas estrellas, cualquier palabra que usemos se queda corta. Las estrellas fugaces nos acompañaban en todo momento pero hubo una que dejó una estela larga larga larga que no impidió que sin duda soltaramos algunas lágrimas.
En este punto yo tenía dudas de seguir el camino hacia Ushuaia, pensamos que podíamos pegar la vuelta hacia Chile y hacer el camino de vuelta sin seguir mas al sur y no fue una vez sino varias. Todo eso era miedo e incertidumbre de lo que nos esperaba pues cuando preguntabamos sobre la ruta 40 y la Patagonia, nos hablaban muy al aire. Nos decían "aguas con el viento", "uuuy el ripio (terracería) es terrible", "el frio es muy malo", todo eso me metió dudas y si estuve muy tentado a pegar la vuelta. El problema es la falta de claridad que teníamos de información. Es decir cuando nos decían que "aguas con el viento", yo sentía como si nos dijeran: vívelo y verás, como diciendo yo ya lo pasé a ver que tal te va a ti.
En fin, llegamos a Villa La Angostura a pasar la tarde caminamos un poco y nos fuimos al camping. Había un par de moteros una pareja de argentinos y un señor de Sudáfrica.
Lo mejor que nos pudo pasar a esta altura del viaje fue conocerlos. Nos dieron mucho ánimo para hacer la ruta 40. Nos dijeron que la Patagonia nos iba a querer vencer, que nos iba a poner a prueba, que el viento era duro y probablemente tendríamos que parar en medio de la nada ya que no nos dejaría seguir, que era muy probable que nos cayéramos pero que valía la pena hacerlo, que era un reto que teníamos y merecíamos vivir como viajeros y como pareja. Así que sabiendo esto el miedo se convirtió en adrenalina para enfrentar el reto, así que a darle.
Efectivamente la ruta 40 fue compleja, el viento y el frío es duro, varias veces nos sacó del carril para movernos al otro lado de la carretera, parar era una proeza pues el viento empujaba duro la moto y arrancar de nuevo era peor. Le sufrimos bastante pero avanzamos bien, con calma y sin prisa por llegar. Nos dijeron que en la 40 no se puede planear, no hay rutas que puedas determinar y que se puedan planear es seguir hasta donde el viento y el frío lo permitan. Afortunadamente nos fue bien y llegamos a Gobernador Gregores, tuvimos 20 km de tercería decente pero llegamos a dormir ahora si a un hotel después de muchas noches de camping, nos lo merecíamos bien.
Aquí empezó otro reto, conseguir gasolina. Si bien teníamos el tanque lleno, nos habíamos gastado ya los bidones de reserva y llegar a El Calafate nos era ya imposible así que a esperar, poco a poco se fue juntando gente y la fila se hizo larga. El ambiente era bueno y aunque había algunos desesperados no generó mayor problema y esperamos pacientemente. A uno por ahí se le ocurrió vender gasolina a 40 pesos el litro, considerando que acá en esta región esta a 11 nos pareció imposible comprarlo además de que teníamos solo 200 pesos de efectivo pues no habíamos podido retirar en varios cajeros que habíamos pasado.
Lo malo de esto es que la situación se extendía en todo el estado de Santa Cruz y era incierto el tener gasolina en los pueblos siguientes, así que tomamos la decisión de dejar fuera de la ruta la visita a El Chaltén, lugar que nos recomendaron mucho y que era un imperdible.
Ya casi por entrar la noche nos cayó un angelito de esos buenos del camino. En la charla con unos amigos chilenos se acercó una chica con su papá y nos dijo que ellos podían darnos gasolina para que pudiéramos seguir, que de cualquier forma ellos tendrían que esperar y compartirnos unos litros no les haría diferencia. Resulta que Roque (el papá) había sido motero y manejaba una Harley del año 46 que su papá había comprado de 0 km. Así que de motero a motero nos apoyó y pudimos irnos al camping de nuevo para seguir al día siguiente.
Ahí en la gas conocimos a Marcondes y Katia de Brasil, con quienes nos pusimos de acuerdo para hacer la ruta hacia el sur juntos. Eso fue muy bueno pues estar acompañados siempre es mejor y mas en una ruta compleja así que a seguirle que aún falta un camino por recorrer.
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