Algunos viajeros nos habían contado historias misteriosas sobre Bolivia,
pero teníamos que vivirlo y verlo con nuestros propios ojos....Ufff Bolivia es
un país sumamente extraño, bello pero extraño.
Cruzamos la frontera por Copacabana pues nos habían dicho que era mas
sencillo y así fue, demoramos una hora entre trámites y revisiones, nos
pidieron el primer chesco porque no encontraba el papel del seguro pero
afortunadamente la libramos.
Llegamos a Copacabana a buscar hospedaje y en ello nos encontramos a
Mariano, un argentino sumamente genial que también esta viajando en su moto
desde Buenos Aires. Buscamos juntos y después de algunas extrañas negociaciones
como el que nos cobren cada ducha extra, pagar por cada moto y un sin fin de
cosas absurdas llegamos con Salomón al hostal Gabriel. Nada espectacular pero
las motos iban a estar guardaditas y seguras y las habitaciones no de gran lujo
pero estaban bien.
Salimos a conocer un poco y a buscar donde cenar y pasamos una gran noche
charlando con Mariano sobre las aventuras de todos. La verdad es que esos dos
rones que nos tomamos hicieron un poco de las suyas aunque como acá dicen todo
es por la altura.
La isla del sol no tiene nada de espectacular, realmente el lago es lo que
es impactante. Eso sí hace un frío del demonio pero aún así sobrevivimos.
Todo cuesta, desde una explicación absurda con un pseudo guía que repetía
lo mismo y se hacía bolas, hasta "cruzar" la frontera de la
isla. De poquito en poquito le van agregando costos y además cambian de
opinión a cada rato.
La caminata es de 3 horas de lado a lado y aunque tuvimos algunas buenas
fotos que tomar, la verdad es que la charla nos llevó a hablar de negocios,
hostales, proyectos y sueños de los tres. Salieron cosas muy interesantes para
proyectos en unos meses.
Regresamos "a toda velocidad" a Copacabana y muertos de hambre.
Aunque parece raro, las hamburguesas de esta ciudad son espectaculares. Nos
regresamos al hostal para según nosotros actualizar fotos y ohh sorpresa, en
menos de 20 minutos nos acabamos la red y dejó de funcionar. Ahí nos dimos
cuenta que en Bolivia la conectividad no es su prioridad ya que no logramos en
ningún lugar tener buena señal.
Esa noche nos fuimos a dormir temprano pues a parte de que estábamos
agotados por la caminata, al día siguiente salíamos temprano. Toda la noche
estuvieron llegando motos a la ciudad, había algo así como una convención.
Al día siguiente nos preparamos para salir, fuimos por unas empanadas y
jugo y nos encontramos a un brasileño que iba rumbo a Cusco así que viajarían
juntos con Mariano. Nos despedimos con la promesa de vernos en Buenos Aires en
un par de semanas. Como nosotros teníamos tanque lleno y dos bidones nos fuimos
de ruta. El camino es bellísimo, de una aparecen las montañas nevadas al fondo
del lago Titicaca.
Llegando a Tiquina están los barcos que te cruzan un estrecho de no mas de
600 metros, ahi van buses, camionetas, motos y gente. Nuevamente la negociada,
nos dijeron que 30 bolivianos y al final nos cobraron 20. Medio endeble la
lanchita pero llegamos a salvo al otro lado. Conocimos a Helmut, un alemán que
tiene toda su vida viajando e iba por su tercera vez en sudamérica. En su
susuki 650 de 1990 con calcomanías de todos los países que ha visitado,
emprendimos juntos el camino rumbo a La Paz.
Bolivia es muy sucio, prácticamente toda la carretera está llena de basura
y tristemente la gente va arrojándola desde las ventanas de los coches esto a
pesar de que hay letreros que intentan una absurda concientización de cuidado
del medio ambiente.
El camino fue bueno aunque en muchos tramos hay obras de mantenimiento y
hay que jugársela para pasar entre el tránsito que parece no tener orden.
Incluso nos topamos con un par de tanques de la ONU lo cual si que nos
sorprendió. Llegando a La Paz, decidimos no quedarnos ahí y mejor seguir el
camino a Oruro. No somos fans de las grandes ciudades y menos del tráfico
endemoniado. Hoy nuevamente pido disculpas a los civilizados californianos e
incluso a los Bogotanos en su manera de conducir.
Aquí vino el primer gran shock. Paramos en un sitio para estirar las
piernas y tomar un refresco y ohh sorpresa, la chica que atendía nos dice que
no tenía ya refrescos...¿Quéeeee? si los veíamos en el mostrador. Le dijimos
que si ahí tenía que nos diera uno, sin mas nos dijo que no, que no tenía para
vender... no sabíamos si llorar o reír... BIENVENIDOS A BOLIVIA.
Seguimos la ruta y Helmut se estaba quedando sin gasolina y ahí empezó la
odisea. Ya lo sabíamos pero había que vivirlo. Resulta que la gasolina en
Bolivia es 3 veces mas cara para los extranjeros, esto por un subsidio que da
el gobierno para los bolivianos. Ok ok, lo pagamos...pero el gran problema es
que no en todas las gasolineras le venden a extranjeros. Le dimos a Helmut un
poco de nuestra gasolina hasta que por fin logramos comprar gasolina, eso si,
no directo a las motos sino a los bidones si no, no nos vendían.
Por la tarde llegamos a Oruro. Por recomendación de nuestro amigo Iván
Greco (ya les contaremos quién es, pero como podrán imaginar el misterio es un
angelote de los viajeros en dos ruedas) nos quedamos en el hotel Beirut, nada
mal el lugar, sin embargo aquí si nos cobraron el guardar la moto en el lobby.
Cuando pedimos toallas solo nos dieron una y al pedir la segunda el señor
amablemente nos dijo: no, solo unita. PLOP!! Lo mismo al pedir la clave del
Wi-Fi, las redes nos parecían activas y el modem se veía prendido, ahh no
resulta que no había internet, nos quedamos con la duda de si realmente no
había o no quería darnos la clave. En fin a dormir.
Seguimos nuestro camino hoy por la mañana y conocimos a Carlos en la salida
de la ciudad, nos acompañó por gasolina y creo que eso ayudó a que nos
vendieran mas barato, 6 bolivianos el litro. Eso si, de repente apreció Helmut
en la estación y cuando cargó llega y nos dice que a el le vendieron a 5 el
litro. Dios quien los entiende, como que todo es a criterio.
Seguimos el camino rumbo a Sucre, aunque inicialmente iríamos a Potosí,
decidimos cambiar pues nos habían contado que es una ciudad muy linda. En el
camino compramos pan, queso y jugo y eso fue nuestra comida del día en un par
de paradas.
El paisaje es bellísimo, una mezcla entre páramo y desierto y lo mejor es
que está lleno de bellas llamas y vicuñas pastando tranquilamente, nosotros
felices tomando fotos e incluso en un momento nos paramos...claro que deja de
ser bello hasta que estuvimos a punto de embarrarnos con una que mas bien
creemos que era suicida pues brincó justo a la dirección en la que íbamos y por
mas que trataba de esquivarla ella seguía ahi. No pasó a mas y llegamos a
Sucre.
La ciudad es muy linda y limpia a diferencia de otras ciudades que
cruzamos. Llegamos a instalarnos al Hotel Masi Wasi en donde nos encontramos
con nuestro amigo Ioane, aquel gringo loco que viaja en su BMW de 1980 con un
par de tablas de surf a un lado. Genial reencontrarlo y ponernos al día de las
aventuras.
Cenamos delicioso acompañados de una gran charla.
A dormir que mañana veremos que nuevas nos trae este misterioso y extraño
país: Bolivia!!!
Y seguimos... |
Nota al pie: no habiamos logrado tener internet, pero en estos días les
contaremos la travesía por Ecuador, Perú y la vuelta a México.
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