Finalmente
llegó el día, el viaje lo pospusimos por meses, entendimos que jamás hay un
tiempo para estar listos así que decidimos partir. Cuatro de mayo fue la fecha
definitiva sin embargo por trámites burocráticos y puente de las flamantes
instituciones gubernamentales, nos retrasamos un día más. Al final los tiempos
siempre son perfectos. El domingo 3, pasamos un gran día lleno de visitas de
amigos y familia. Fue muy emocionante pues días antes hicimos una hermosa
ceremonia del cambio de cenizas de mi mamá, así que el fin de semana estuvo
lleno de amigos, familia y alegría.
El
martes cinco nos levantamos temprano, yo fui a lavar la moto mientras Aris
preparaba los últimos detalles para dejar nuestra casa. Fuimos a desayunar cerca,
hablamos de la salida y creo que yo mencioné, salir el miércoles. No puedo
negar que llevaba días lleno de nervios y asustado, infinidad de veces pensé
que realmente era una locura y Aris, únicamente me decía que si lo era.
Hoy 1911 Km después se que lo es.
Llegó
la hora. Nos vestimos, equipamos la moto, cerramos la casa y a darle. Ese día
únicamente viajaríamos a Guadalajara. Salimos alrededor de las doce. Pasamos a
despedirnos de Luis Felipe que estaba afuera de Tec, de ahí a despedirnos de mi
papá. Fue una mezcla de alegría y tristeza.
César
mi cuñado y Laura, la mamá de Aris, nos acompañarían pues iban con destino a
Puerto Vallarta. El viaje a Guadalajara transcurrió tranquilo a pesar de un par
de retenes de la policía y ver a mas de quinientos soldados en una caseta. Como
no hablamos en todo el camino por falta de intercomunicadores, mi conversación
interna fue bárbara, la verdad estaba emocionado. El primer paso estaba dado.
Llegando
a Guadalajara nos pasó algo muy curioso, nos metimos mal en una calle y
mientras estábamos formados en el retorno vi una tienda de motos, paramos y finalmente después de dos meses de
búsqueda, conseguimos los intercomunicadores. Casualidad o no, nos quedamos
contentos de tenerlos y sobre todo fue raro para mi el empezar a compartir el
viaje con los chavos de la tienda, dejar nuestra primera calcomanía y saber que
nos vamos por varios meses. Aún le digo a Aris que no me la creo.
Estar
en Guadalajara fue muy bueno, Aris tuvo la oportunidad de visitar y despedirse
de su Abuelo. Estuvimos con mi suegro y compartimos detalles del viaje. Fue muy
padre sentirnos en familia.
Al
día siguiente salimos temprano de Guadalajara rumbo a Mazatlán. Fue lindo ir
acompañados por el carro amarillo haciéndonos guardia. Nos paramos en el
entronque de la desviación a Tepic y Puerto Vallarta para despedirnos de César
y de Laura.
Cuando
nos subimos a la moto la sensación fue extraña, le dije a Aris que ahora sí
estábamos solos y nuestro viaje estaba empezando. Creo que no hablamos como 10
minutos, no se si de la impresión o susto.
En
el camino nos encontramos a un ciclista viajero y a un colega motero. Me
emocioné tanto de verlos que creo que hasta ridículo me sentí persiguiendo al
motociclista para saludarlo.
Mazatlán
nos recibió de maravilla. Ambos nos emocionamos mucho cuando vimos el mar,
hacía calor y definitivamente la rayita ya se nos empezaba a borrar. Después de
encontrar alojamiento salimos a caminar y a buscar de comer-cenar. Muy
recomendado ir al malecón a Los Porteños, lo mas curioso del lugar es que hay una banda que toca en vivo que mas
parece como si estuvieran ensayando.
El
siguiente destino fue Topolobampo o topolobombo dicho así con la seguridad que
caracteriza a Aris. No hay señalización así que como tip, llegando a los Mochis
hay que salir antes del puente a la derecha y pasar por debajo del puente hacia
la izquierda, manejar como 20 minutos y de ahí empieza la carretera hacia el
puerto. No tuvimos problemas pero nos contaron que suele haber policías en busca
de mordidas por exceso de velocidad. A los policías que vimos nosotros fue
saliendo con su patrulla de un motel, seguro se estaban gastando la mordida.
Llegamos
al puerto muertos de hambre y con los cascos llenos de mosquitos aplastados,
prácticamente no se podía ver por la cantidad. Tuvimos suerte pues ya después
nos contaron que ese tramo esta lleno de policías cazando. Lo mas que vimos es
un par de patrullas saliendo “casual” de un motel.
Nadie
tiene la gentileza de explicar el proceso, así que preguntando a todo mundo
encontramos la ruta. Lo primero es la báscula, nuestra Kotowa conmigo encima
pesó 300kg, así que estamos bien.
En
la espera hay que estar pendiente, no hay aviso de subir y le preguntes a quien
le preguntes no tienen idea. Así que hay que estar pendientes. Ayudamos a unos
gringos que estaban peor de perdidos y ahí si nadie les entendía.
En
la espera conocimos a Juan Carlos, venía de Puebla en su KTM rumbo a La Paz,
había hecho ya varios viajes por la Baja y el país y nos dio mucho tips para el
viajeNos invitó a quedarnos en su camarote, pues nosotros bien valientes íbamos
a los asientos y bueno con todo y pena aceptamos. De verdad que un baño después
de rodar por 7 horas cae de maravilla y dormir en cama es mejor que dormir
sentado y con el ronquido a todo lo que da. Platicamos mucho y la verdad es que
tenemos un gran amigo que esperamos ver pronto.
Cuando
llegamos al puerto prácticamente te corren del Ferry. Nos vestimos y Aris
bajó pie para yo alcanzarla después de
pasar todas las revisiones. Ahí tuve que guardarme mi civilidad y aprovechar el
ir en moto para adelantarme a todos los autos y camiones. Lo mas chistoso fue
que cuando me toco la revisión militar se me acercaron como ocho soldados,
todos me preguntaban cosas a la vez asi que mas bien creo yo que era por ver el
power ranger style que otra cosa. Hasta resultó un soldado de Michoacán.
Llegamos
a La Paz directo a desayunar a Taco Fish, la verdad buenísimos y muy buena
recomendación. Si van no olviden pedir la quesadilla de marlín.
Estamos
felices de haber llegado a La Paz. Yo empiezo a creérmela y eso me gusta. Aún
falta mucho por vivir y rodar. Gracias a todos por seguirnos, compartir y estar con nosotros en este viaje.
A&R
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